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Transformando lo cotidiano en Mayo del 68 (Kristin Ross)

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(fragmento de Mayo del 68 y sus vidas posteriores, de Kristin Ross)

Frente a la imagen dominante del militante profesional (o más bien el ex militante profesional) dominante en los ochenta, Nicolas Daum ofrece su recuerdo de una experiencia colectiva:


Pero de la misma manera que nos sentíamos juntos en la corriente general de Mayo del 68, al mismo tiempo ahora tengo la impresión de ir totalmente a contracorriente de la ideología dominante. Esa es la única nostalgia que me produce Mayo del 68: lo que hacíamos no era en realidad militancia, era una forma de vida, no había diferencia entre la vida y la militancia, no existía un corte que las dividiera. Casi todas las noches había compañeros en casa. Existía cierta concordancia entre lo que se decía y lo que se hacía.

Estos comentarios ofrecen la mejor descripción que he encontrado de lo que se experimenta cuando el imaginario político se infiltra en la vida cotidiana de la gente. Definen de forma precisa la noción de praxis como experiencia de lo cotidiano expresada en toda su riqueza y liberada de todas sus miserias. Es la cotidianeidad fusionada con la política como lugar donde se pueden superar las divisiones causadas por la alienación, donde se puede abolir la constante y profunda ruptura entre lo cotidiano y lo no cotidiano, lo público y lo privado, entre la vida militante y la vida ordinaria. En las frases de Daum se encuentra lo que Henri Lefebvre quiere decir cuando habla de “lo cotidiano transformado”: la creación de una cultura que no se concibe como una institución sino como un modo de vida que se aplica durante un tiempo en la actividad de un grupo que combina su función y su actividad social. La actividad política ya no parece una esfera diferenciada y aislada de la vida social: cada persona puede trabajar en el nacimiento de otro futuro desde su lugar de trabajo o residencia. La especialización –el dominio “natural” de los expertos– se basa en la separación de las esferas; aquí, lo social se ha reconfigurado para eliminar dicha separación, para rechazar las categorías naturalizadas del experto.

(Traducción de Tomás González Cobos; ilustración de Acacio Puig)

Jerry Rubin, la yerba y los Panteras Negras

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Continuamos con las joyas audiovisuales sobre los yippies que han subtitulado en castellano nuestros amigos de Guerrilla Translation

En este segundo round, el risueño y letal Jerry Rubin entabla un constructivo y entrañable " tête-à-tête" con Dorothy Fuldheim, presentadora de un programa marujil estadounidense. Entre otras cosas hablan del sexo libre, de la pasma, por qué la yerba es mejor que el alcohol y Jerry farda de sus amistades entre las Panteras Negras.


Más info sobre los yippies: 
Los yippies (Acuarela Libros)
Yippie! Una pasada de revolución (Abbie Hoffman)

Jerry Rubin vs. el desodorante

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Continuamos con las joyas audiovisuales sobre los yippies que han subtitulado en castellano nuestros amigos de Guerrilla Translation.

En este knockout audiovisual de apenas 30 segundos, el infaliblemente escandaloso Jerry Rubin espanta a todo un contingente de reporteros acartonados con sus teorías sobre sobacos, acicalado social y la revolución juvenil.


Más info sobre los yippies:
Los yippies (Acuarela Libros)
Yippie! Una pasada de revolución (Abbie Hoffman)

Vuelve Thoreau, de la mano de Antonio Casado da Rocha

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Si un individuo pasea por los bosques por amor a ellos la mitad de cada día, corre el riesgo de que le consideren un holgazán; pero si se pasa todo el día especulando, cortando esos bosques y dejando la tierra desnuda antes de tiempo, se le aprecia como ciudadano laborioso y emprendedor, como si el único interés de una ciudad por sus bosques estuviera en talarlos. Eso decía con conocimiento de causa Henry David Thoreau (1817-1862), que condenabala maldita obsesión que ha convertido al mundo en un taller y en una lotería y afirmaba, dando ejemplo con su vida, que todas las cosas buenas son libres y salvajes.

Thoreau fue agrimensor, naturalista, conferenciante y fabricante de lápices, y hoy se le considera uno de los padres fundadores de la literatura norteamericana, profeta de la ecología y la ética ambiental, inventor de la desobediencia civil. La villa de Concord, el lugar donde nació en 1817, ha quedado inmortalizada en clásicos como Walden y en otros libros de Thoreau menos conocidos a este lado del Atlántico, pero que han viajado por el mundo bastante más que su autor. 

Él se conformaba con haber viajado mucho por los ríos y campos de Concord.
Amén de resistirse por activa y pasiva a cualquier tipo de esclavitud o domesticación, Thoreau continúa exasperando a las personas serias. Para no malinterpretar ese legado de protesta creativa (así lo describió Martin Luther King), habría que entenderlo en sus propios términos, dentro del contexto formado por las cosas y las personas que le importaban. Esa es la idea que animó a Antonio Casado da Rocha a escribir este primer ensayo en castellano sobre la obra de Thoreau, aumentado y corregido para esta nueva edición (la primera edición es de diciembre de 2004), que sigue a rajatabla el consejo de Mark Twain: si una biografía prescinde de las pequeñas cosas y solo menciona las grandes no traza en absoluto un retrato apropiado de la vida de un hombre.


Antonio Casado da Rocha (San Sebastián, 1970) es licenciado en humanidades por la National University of Ireland, doctor en filosofía por la Universidad del País Vasco y miembro de la Thoreau Society desde 1995. Además de esta obra es autor de La desobediencia civil a partir de Thoreau (Gakoa, 2002) y Bioética para legos (introducción a la ética asistencial) (Plaza y Valdés, 2008).

«El libro de Antonio Casado, filósofo y traductor de Thoreau, bucea profundamente en la vida del escritor estadounidense y, desde ese conocimiento preciso, ofrece un texto en el que cuenta a Thoreau. Casado ha digerido a Thoreau y nos ofrece el producto de su digestión; no lo muestra como una pieza diseccionada y señalando ahí están las vértebras, ahí los higadillos, primero le pasó aquello y luego lo otro, sino que lo ofrece vivo, entero, como si desde la disección previa que ha hecho volviera a unir los pedazos para mostrarlo de una sola pieza, aunque con todas sus aristas.»
ANTONIO CALVO ROY, El País, Babelia (2 de abril de 2005).

De Ambrose Bierce a Zeta Acosta pasando por Carlos Fuentes

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(reseña de La revuelta del Pueblo Cucaracha de Óscar Zeta Acosta en El Cultural)
Óscar Zeta Acosta por Jesús Barraza
Gringo Viejo, la novela que dio a conocer a Carlos Fuentes, narra la vida y enigmática muerte en México del autor norteamericano Ambrose Bierce. Similar destino tuvo Oscar Zeta Acosta (1935-1974), un abogado activista del movimiento chicano, que desapareció misteriosamente en México (se le da por muerto) en el año de 1974. Zeta Acosta inspiró el personaje del Dr. Gonzo en Fear and Loathing in Las Vegas (1972), la novela de Hunter S. Thompson luego llevada al cine. Thompson se ocupa aquí de la Introducción (Álex Portero firma el Epílogo).

La producción literaria de Acosta, como la de Bierce, también fue escasa, únicamente... (Sigue leyendo)

LA LOCA CARRERA DEL BÚFALO, por Josep Vicent Miralles

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Amanecemos hoy con esta fantástica reseña de

La revuelta del pueblo cucaracha es la crónica lisérgica de la lucha que mantuvieron los chicanos en EE UU para ver reconocidos sus derechos civiles.

Una pelea constante por su dignidad y sus derechos. Bajo el salvaje influjo de un personaje que se sobrepasa a sí mismo se despliega un milagroso artefacto con un pie en la comedia y otro en el pulp.

Cuando no sepa a quien atribuirle una cita célebre, pruebe suerte con Borges o con Wilde. Si no acierta, nadie será capaz de decirlo. Incluso si a usted mismo le sucede un episodio de ingenio verbal, no arriesgue; diga que es de Borges o de Wilde. O de Sain-Exupery si se siente especialmente audaz. Al final puede que nadie dijera nada y todo sea una conspiración de los editores y los fabricantes de sobres de azúcar. 

Viene esto a cuento de aquella frase, de Borges, de Wilde, de Saint-Exupery, que decía que cuanto menos interesante resultaba la obra, más interesante acababa siendo el artista. La cita no es literal, claro, pero sirve para explicar lo que se siente cerca de la literatura de Óscar Zeta Acosta.

Zeta Acosta, el Búfalo Acosta, fue un abogado chicano que solo publicó dos novelas a principios de los años 70. Una, autobiográfica, y la otra, La revuelta del pueblo cucaracha, en la que sin dejar de lado la recreación literaria del yo, de un yo avasallador, omnipresente y fuera de órbita, ofrece una panorámica sincopada de los Estados Unidos de la desigualdad y la bronca racial.

La novela vive en el difícil equilibrio de algunos genios de lustroso pedigrí canalla. A la carencia técnica contrapone algunos megatones de energía. A los vacíos de estructura y a las caídas de ritmo, o a las transiciones torpes, enfrenta el chute adrenalítico de anécdotas y escenas absolutamente inolvidables, como la descerebrada autopsia a siete manos a un pobre diablo dos veces enterrado. O la sentada frente a una sinagoga en la que, de pronto, y llevados por el porro y el sexo generoso bajo las mantas, nadie sabe muy bien qué hacen allí esos vatos locos.

Pero lo mejor, el verdadero festín, es saber que al fondo de toda esa desmesura hay verdad. Que como si de un spin-off por anticipado se tratase, se está ante un autor que es una mezcla entre los personajes límites de Bolaño y Tarantino. Un outsider de raza y ¡viva la raza! No en vano Óscar Zeta Acosta fue retratado por el cine y la literatura: bajo el nombre de Dr Gonzo, en Miedo y asco en las Vegas, de Hunter S. Thompson. Acosta conoció al periodista norteamericano en 1967 y juntos emprendieron un viaje a Las Vegas que por sí mismo bastaría para edificar una leyenda. Para redondear el mito, se desconoce la fecha y el lugar de la muerte del Búfalo Pardo, como se hacía llamar el abogado mexicoamericano. Lo último que se sabe de él, por boca de su hijo Marco, es que en 1974 llamó desde la ciudad de Mazatlán, en Sinaloa, y dijo que estaba a punto de subirse en un barco lleno de nieve blanca.

Es una imagen que podría estar sacada de la mejor novela negra. Después de esa llamada de teléfono llegó el silencio. Que lo mataron, es la opción más repetida. Hunter S. Thompson incluso se animaba a fantasear con Óscar a bordo de un descapotable con un kilo de heroína en una mano y una ametralladora Uzi en la otra cruzando la frontera. Disparando a las estrellas. Fanfarroneando. Cavando su tumba. Gritando que hay seres que no están diseñados para vivir mucho tiempo, sino solamente para vivir. A secas. Dejando un rastro de huellas profundas y desparejas.

Leer entrada original aquí

 

LITERATURA CHICANA: Ser chicano en California (Califas), según el poeta chicano/apache Jimmy Santiago Baca.

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Inauguramos con esta entrada una serie dedicada a la literatura chicana con el objeto de contextualizar y situar la obra del nuevo autor de nuestro catálogo, Óscar Zeta Acosta. Una literatura muy rica que, lamentablemente, en nuestro país, salvo por el caso de la exitosa Sandra Cisneros, publicada por Seix Barral y en su día por Ediciones B, apenas ha tenido resonancia editorial.

Jimmy Santiago Baca
Y comenzamos por nuestro autor chicano favorito: Jimmy Santiago Baca, extraordinario poeta nacido en Santa Fe, Nuevo México. Sus padres lo abandonaron a la edad de dos años y vivió con su abuela antes de ingresar en un orfanato, de donde se fugó a la edad de trece años. A los veintiún años fue condenado a cinco años en una prisión de máxima seguridad por problemas con las drogas. En la prisión aprendió a leer y escribir y comenzó a componer poesía. Además de varias novelas y colecciones poéticas, Baca escribió el guión para la película de Taylor Hackford, Blood in Blood Out, que fue distribuida por Hollywood Pictures en 1993 y que narra la historia de tres primos, Miklo (Damian Chapa), Cruz (Jesse Borrego) y Paco (Benjamin Bratt), que crecen como hermanos en medio de la violencia de las bandas del este de Los Ángeles (barrio en el que Óscar Zeta Acosta centró su militancia, como relata en La revueta del Pueblo Cucaracha).

De la película Blood In Blood Out
En España Alfaguara publicó en 2002, con traducción de Manu Berástegui, su impresionante libro de memorias En suelo firme, que ganó el Premio Internacional en la Feria de Frankfurt del 2001. 

De esta obra hemos seleccionado dos textos. En el primero de ellos se refiere a lo que para él fue ser chicano (y activista) en California, y en el segundo, que publicaremos en un próximo cuelgue, cuenta el momento crucial en que durante su estancia en la cárcel comenzó a ser consciente del valor de su herencia chicana.

I

"[...] Ser chicano en California molaba. Todo el mundo escuchaba y bailaba la música de grupos como Santana o Los Lobos, que cantaban sobre nuestra cultura indio mexicana, y a mí me encantaba, a pesar de que no sabía mucho de mis propias raíces. El activismo político chicano flotaba en el aire y yo tenía un punto de resentimiento que las chicas atribuían a mi inexistente actividad contracultural. Fuera lo que fuese, ellas querían descubrir mi secreto, qué herida se ocultaba detrás de mi reflexivo silencio y mi sonrisa tímida. La mayoría eran chicas blancas a punto de ir a la universidad o que ya la habían dejado. Les parecía genial que yo estuviera trabajando y que me las arreglara solo. Yo les decía que, si pudiera, me encantaría ir a la universidad y, acto seguido, les largaba alguna frase altisonante sobre lo difícil que es la vida cuando naces con la piel tostada. Por lo general, Marcos escuchaba mi perorata mientras se fumaba un canuto y hojeaba un ejemplar de la revista Mecánica Popular, empapándose de mis arengas activistas, que acababan con las chicas rodando en mis brazos por la hierba de delante de nuestro apartamento playero, nuestros cuerpos entrelazados, besandonos y abrazándonos [...]".

Banda sonora yippies: Jimi Hendrix


¿Cómo arruinar al imperio?

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(fragmento de Llamamiento)

El endurecimiento policial de los Estados en los últimos años solamente prueba que las sociedades occidentales han perdido toda fuerza de agregación; no hacen más que gestionar su ineluctable descomposición. Es decir, esencialmente, impedir toda reagregación, pulverizar todo lo que emerge.
Todo lo que deserte.
Todo lo que rompa con lo establecido.
Pero poco importa. El estado de ruina interior de estas sociedades muestra un número creciente de grietas. El continuo reestablecimiento de las apariencias nada puede hacer al respecto: más allá se forman mundos. En okupaciones, comunas, grupúsculos, barrios que intentan escapar a la desolación capitalista. La mayoría de las veces estas tentativas abortan o mueren de autarquía, incapaces de establecer los contactos, las solidaridades apropiadas. Incapaces también de percibirse como parte activa en la guerra civil mundial.
Pero todas estas reagregaciones no son apenas nada comparadas con el deseo masivo, el deseo siempre pospuesto, de dejarlo todo. De partir.
En diez años, entre dos censos, cien mil personas han desaparecido en Gran Bretaña. Han cogido un camión, un billete, han tomado ácidos o se han ido al monte. Se han desafiliado. Han partido.
Nosotros habríamos deseado, en nuestra desafiliación, tener un lugar al que llegar, un partido que tomar, una dirección que seguir.

Muchos que parten se pierden.
Y no llegan jamás.

Nuestra estrategia es pues la siguiente: establecer aquí y ahora un conjunto de focos de deserción, de polos de secesión, de puntos de reunión. Para los que se fugan. Para los que parten. Un conjunto de lugares donde sustraerse al imperio de una civilización que camina hacia el precipicio.

Se trata de darse los medios, encontrar la escala en la que puedan resolverse una serie de cuestiones que, planteadas individualmente, nos sumen en la depresión. ¿Cómo deshacerse de las dependencias que nos debilitan? ¿Cómo organizarse para dejar de trabajar? ¿Cómo establecerse fuera de la toxicidad de las metrópolis sin, por otro lado, “irse al campo”?¿Cómo detener las centrales nucleares? ¿Cómo hacer para no verse forzado a recurrir al triturador psiquiátrico cuando un amigo se vuelve loco, ni a los medicamentos burdos de la medicina mecanicista cuando se pone enfermo? ¿Cómo vivir juntos sin aplastarse mutuamente?¿Cómo acoger la muerte de un camarada? ¿Cómo arruinar al imperio?

El llamamiento que precede a la insurrección que viene y otros textos radicales de la constelación TIQQUN-COMITÉ INVISIBLE

GUILLEM MARTÍNEZ sobre la Cultura de la Transición en Fuera de Lugar

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Guillem Martínez por Acacio Puig
«La Cultura de la Transición es algo más parecido a lo que dice el malo de Matrix al chico de Matrix: "Sois humanos, imperfectos y vuestro olor me da naúseas."»
(GUILLEM MARTÍNEZ sobre la transición en Fuera de Lugar, de Amador Fernández-Savater)

CÉSAR CHÁVEZ (the movie)

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Os adelantamos aquí la primera reseña aparecida de la película sobre el activista chicano, César Chávez (uno de los héroes e inspiradores de Óscar Zeta Acosta), estrenada ayer (28/03/2014) en Estados Unidos.

 
Escrito porSergio Burstein

Convertido desde hace ya buen tiempo en una leyenda del activismo latino en los Estados Unidos, César Chávez es un sujeto de la vida real que ocupa cierto lugar en las enseñanzas impartidas dentro de las escuelas del Sur de California, que le ha dado nombre a una de las más conocidas avenidas de Los Angeles y que merecía tener una cinta que contara su historia, porque el conocimiento que se tiene de él suele ser demasiado impreciso.

Como se trataba de un chicano que vivió y desarrolló toda su labor en el Estado Dorado, parecía natural que el encargo fuera tomado por un cineasta del mismo origen; sin embargo, por una razón u otra, el proyecto terminó en manos de Diego Luna, un mexicano del DF que se ha hecho básicamente conocido como actor (su papel en "Y tu mamá también" es todavía recordado), pero que, antes de esto, había dirigido dos largometrajes: "J.C. Chávez" (2007) y "Abel" (2010).

Pese a la coincidencia de apellidos con el nuevo estreno, "J.C. Chávez" era un documental sobre un boxeador mexicano que, por su naturaleza misma, no garantizaba que Luna estuviera capacitado para encargarse de un título con un guión dramático; pero "Abel" sí era un filme narrativo, y además uno que, en medio de su carácter íntimo e inusual (trataba sobre un niño con desarreglos mentales que asumía el papel del padre ausente dentro de una familia), funcionaba perfectamente, lo que daba grandes esperanzas sobre la buena fortuna del nuevo proyecto.




Sin embargo, a diferencia de "Abel", el Chávez méxico-americano existió realmente, y su historia, al menos del modo en que está planteada, requería de una perspectiva muy distinta, tanto en el plano colectivo como en el del manejo de la información. Lamentablemente, las ambiciones del relato se salen del alcance de Luna, pese a que parece tener el corazón en el lugar correcto, que sus intenciones son las mejores y que no incurre nunca en sensiblerías excesivas. En este punto, es importante señalar que, a diferencia de "Abel", donde el mismo Luna coescribió el guión, el de esta cinta se encuentra adjudicado a los anglosajones Keir Pearson ("Hotel Rwanda") y Timothy J. Sexton ("Children of Men").
 
Pese a que "César Chávez" no es un recuento completo de la vida de su protagonista -lo que resulta una decisión adecuada-, lo que se ve en ella da la impresión de ser un resumen apretado del periodo que se recrea, es decir, el de la revuelta de fines de los '60. Desde el inicio, nos sentimos como si hubiéramos entrado a la sala con la película empezada, porque los personajes se encuentran ya completamente metidos en lo suyo y los hechos se van sucediendo de manera vertiginosa, sin darnos la impresión de que los conocemos ni de que entendemos sus motivaciones.
 
La cinta no deja de transmitir de manera adecuada, sin histrionismos innecesarios, la relevancia social del icono, plasmada en una estrategia de no violencia y en un ingenioso boicot contra los poderosos (en este caso, los empresarios agrícolas) que dieron como resultado cambios sustanciales para los campesinos hispanos de la región; pero, quizás en el intento de no caer en la cursilería, Luna hace que todo se vuelva demasiado frío y mecánico como para resultar emocionante, una característica que es esencial para que el espectador sienta realmente empatía por estos militantes.
 

 


No ayuda tampoco que los pesares de los campesinos no sean mostrados de modo contundente ni que los adversarios anglosajones de esta justa causa sean presentados de manera tan acartonada, casi como villanos de caricatura, sobre todo en el caso del jefe de policía Galen (Michael Cudlitz). Nos agrada la comparación con el detestable Sheriff Arpaio del presente, claro, pero lo cierto es que "César Chávez" es una película demasiado solemne y seria como para que esa clase de detalles sean interpretados como elementos de comedia (a diferencia de "Abel", que en un primer nivel podía ser visto como un drama y hasta un melodrama, pero a que a nosotros nos supo a comedia negra).
 

En el área de los antagonistas, el que sale mejor librado es el empresario Bogdanovitch, interpretado por John Malkovich, también productor del filme. Esta es una figura ficticia que representa a los ejecutivos de la uva y que, en los dominios del gran actor, no luce como un villano despiadado, sino como un tipo que también pasó por momentos duros (es igualmente descendiente de inmigrantes, aunque del Este de Europa) antes de volverse rico.
 

Lo más grave se da en el plano histórico, porque la falta de profundidad del relato -curiosamente detallista en la reconstrucción de los discursos y las reuniones políticas- se hace evidente en la casi completa omisión de la polémica más grande alrededor de Chávez: su supuesta colaboración con agentes de inmigración para deportar a los nuevos inmigrantes indocumentados, que llegaban aparentemente a los campos traídos por los empresarios mientras que los trabajadores que ya habían estado ahí (muchos de ellos igualmente sin "papeles") andaban metidos en una huelga para reclamar por sus derechos.
 

 


Se trata de un tema complejo que no debería condenar toda la labor que realizó el activista, pero sí de uno que ha preocupado a muchos estudiosos a lo largo de los años, y que el filme de Luna no se interesa en atender más que de pasada. De ese modo, su visión del líder termina siendo demasiado idealista, marcada además por una impronta católica -realmente proveniente de la persona en cuestión- que no deja de tener paralelos con la historia de Cristo.
 
Michael Peña, quien hace de Chávez, es un actor sumamente talentoso al que se ha visto en papeles tan impresionantes como los de "Crash" y "End of Watch"; pero aquí, no tiene oportunidad de imprimirle demasiada pasión al representado, pese a que él mismo creció en medio de una situación semejante. No le va mejor a sus compañeros (la participación de Rosario Dawson como la eterna activista Dolores Huerta es mínima), con la excepción de la fenomenal America Ferrera, quien, en la piel de la fiera esposa de Chávez, Helen, protagoniza al menos una escena de rebeldía absolutamente convincente.
 
"César Chávez" representó sin duda un esfuerzo enorme para Luna y sus allegados, y su mensaje es absolutamente relevante en momentos en que el drama de los indocumentados se agudiza. Además, técnicamente, está muy bien realizada, y tanto su ambientación de época (en lugar de California, se filmó en Hermosillo y en Sonora, dentro de México, ya que los territorios originales habían cambiado mucho) como la caracterización inicial de los personajes (es decir, la que se relaciona a sus modos de lucir y de hablar) son de lo más convincentes. Hay que verla, sin duda, y nos interesaría darle una segunda oportunidad; pero la primera nos dejó con la idea de que la marcha se quedó a mitad de camino. Y no somos de los que rompen huelgas.



EMMÁNUEL LIZCANO: Los tsunamis y la crisis (Fuera de lugar)

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Emmánuel Lizcano según Acacio Puig
(comentarios de Emmánuel Lizcano en la entrevista incluida en Fuera de Lugar, de Amador Fernández-Savater)

«Cuando se habla del tsunami provocado por el desplome de los fondos monetarios, de la sequía crediticia o de la fuerza del huracán financiero, se nos están presentando fenómenos propiamente económicos como si fueran fuerzas desatadas de la naturaleza. El primer efecto retórico consiste en anular toda responsabilidad por la crisis. Nadie es responsable de los tsunamis o las sequías, luego nadie es responsable de la crisis. Una vez construida así la irresponsabilidad particular, queda el terreno abonado para declararnos responsables a todos en general: ahora resulta que quien no consuma lo suficiente, contribuye a ahondar la crisis. Un segundo efecto esinyectar miedo y resignación ante lo que se construye como inevitable y universal. Nadie puede escapar a las leyes de la economía, del mismo modo en que nadie escapa a la ley de la gravedad.

Luego está, como bien apuntas, lo que estas metáforas impiden ver. Si los fenómenos económicos son naturales, dado que naturaleza –como madre– no hay más que una (la naturaleza), tampoco puede haber más que una economía: la economía. Cualquier alternativa (ya sea en términos de otros modelos económicos, ya en términos de deseconomizar tantas facetas de la vida como nos han economizado: capital humano, coste de la vida, etc.) no puede ser sino un dislate, una quimera o ganas de hacer el ridículo. Como decía Vargas Llosa, quien se oponga a las leyes de la economía, que se tire por la ventana y verá si funciona o no la gravedad. Lo curioso es que si en el novelista esa analogía trasluce ideología descarada, en el bombardeo de metáforas como las anteriores por la prensa salmón es el propio discurso de los expertos el que se revela intrínsecamente ideológico. Si se leen los razonamientos económicos como argumentos novelísticos o como poesía (aunque sea poesía de madera), tanta «expertez» resulta un puro despropósito.

"Como abogado tuyo te aconsejo..." (VII)

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Óscar Zeta Acosta

“Como abogado tuyo te aconsejo que me digas dónde pusiste esa mescalina que tenemos a medias”.

DR. GONZO (alias Óscar Zeta Acosta
en "Miedo y Asco en Las Vegas" de Hunter S. Thompson.

Sube los bafles, que viene Bass Culture: La historia del reggae

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Despierta a la ciudad
y avisa a la gente de este libro musical
que sale a tu encuentro.

Este libro es un viaje. A los guetos de Jamaica, en el corazón del Caribe, pero también al eco hipnótico de los tambores y los graves primigenios del África profunda. En Bass Culture: La historia del reggae, Lloyd Bradley cuenta la apasionante historia de la música jamaicana en su contexto social, político, económico y espiritual, desde los sound systems de los años cincuenta, pasando por el ska, el rocksteady y el dub, hasta el éxito internacional de Bob Marley y el posterior nacimiento del dancehall. 

Más allá de documentar la evolución musical, Bradley se sumerge en una historia de Black Power, altavoces que retumban, cantantes con agujeros en los zapatos, vudú anticolonialista, ligoteo en la pista de baile, rastas antisistema, productores avariciosos, espiritualidad profunda, flirteos con el punk, malotes barriobajeros, estudios de grabación envueltos en marihuana, skinheads que bailan música negra, tejemanejes de la guerra fría, pistoleros en las chabolas, miembros de los Rolling Stones locos por el reggae, revueltas en las calles británicas, reciclaje sonoro y cultura del pueblo para el pueblo. Cargado de testimonios de los grandes del género (Prince Buster, Horace Andy, Bunny Lee, Jimmy Cliff, Lee Scratch Perry), Bass Culture captura en una narración narcótica la historia de una comunidad del llamado "tercer mundo" que alzó la voz para decir que no solo existían, sino que tenían ganas de dar guerra y bailar hasta el amanecer. 

En el mundo anglosajón, Bass Culture se considera una obra fundamental sobre la historia del reggae. El libro lo publicó en 2000 Viking, un sello de la editorial británica Penguin, pero al año siguiente, en vista de lo bien que funcionaba, lo publicó directamente Penguin (2001). También se ha editado (y reeditado varias veces) en Estados Unidos (Grove Press, 2001) y se ha traducido al francés, japonés, alemán e italiano. Ya era hora de que se publicase en español.

«La gente para la que se hacía el reggae nunca hacía distinciones entre este estilo y ese estilo. Es una música que nos llega desde la esclavitud, pasando por el colonialismo, de manera que es más que un estilo. Da igual que vengas de la Calle Patata, la Calle Banana o las montañas, la gente canta. Para liberarse de sus frustraciones y levantar el ánimo, la gente canta. También es una forma de diversión los fines de semana: ya sea en la iglesia o en un funeral o en la puerta de casa, la gente canta. Si estás cortando maleza te pones a cantar, si estás cavando te pones a cantar. La música es vibrante. Es una forma de vida, no es solo una música lo que se está creando, es un pueblo... una cultura... una actitud, una forma de vida creada por un pueblo.» Rupie Edwards (fragmento del libro).

EL AUTOR


Lloyd Bradley nació en Londres en 1955. En su adolescencia se sumergió en el submundo de los sound systems del norte de Londres con tal pasión que creó su propio sistema, Dark Star, donde pinchaba en los años setenta. Ha escrito sobre música para diversas revistas y periódicos, como NME, Black Music Magazine, The Guardian, Q, Mojo Blues & Soul, The Observer y The Independent. Es autor de Sounds Like London (2013), una historia de la música negra de Londres, y fue productor asociado de la serie Reggae: The Story of Jamaican Music para la BBC2.

LO QUE HAN DICHO LOS MEDIOS

«La primera historia exhaustiva de todos los aspectos del reggae [y] podría tratarse del último autor que ha hablado con los personajes de la primera etapa... Bradley no deja piedra por remover en una chispeante montaña rusa de crímenes, estafas de grandes sellos, paranoia marihuanera y racismo, culminando con el deseo de Luciano de que regresen las buenas canciones y los buenos cantantes. Y si en algún momento se menciona a UB40, yo no me he enterado. ¿No basta todo esto para recomendarlo?» Mojo.

«Fascinante... escrito con pasión, estilo y gusto. Es un libro que les vendría muy bien a muchos músicos.» Jah Wobble, Independent on Sunday.

«Una irresistible historia musical y social que se mueve entre las raíces en los sound systems de los cincuenta y el dancehall contemporáneo... Rebosante de anécdotas que harán las delicias de los aficionados a la música.» Face.

«Un clásico... Desternillante por momentos, a ratos salpicado de comentarios sobre la historia y la sociedad jamaicana, es un relato revelador que describe al detalle cómo surgió el reggae en Jamaica y cómo se convirtió en un fenómeno mundial.» New Nation

 

Jamaica sound systems

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Ya sabéis que tenemos nuevo libro, Bass Culture: la historia del reggae, de Lloyd Bradley. Ante el aluvión de pedidos/consultas que hemos tenido, os anunciamos que estará en librerías el día 28 de mayo.
Tenemos preparados muchos contenidos (textos, libros, música, vídeos, imágenes, etc.) para adentrarnos en la música y la cultura jamaicanas en los próximos meses (bienvenidas las sugerencias), pero entretanto os dejamos un fragmento del primer capítulo del libro que colgó Rockdelux.
 
Dillinger 


“La gente para la que se hacía el reggae nunca hacía distinciones entre este estilo y ese estilo. Es una música que nos llega desde la esclavitud, pasando por el colonialismo, de manera que es más que un estilo. Da igual que vengas de la Calle Patata, la Calle Banana o las montañas, la gente canta. Para liberarse de sus frustraciones y levantar el ánimo, la gente canta. También es una forma de diversión los fines de semana: ya sea en la iglesia o en un funeral o en la puerta de casa, la gente canta. Si estás cortando maleza te pones a cantar, si estás cavando te pones a cantar. La música es vibrante. Es una forma de vida, no es solo una música lo que se está creando, es un pueblo... una cultura... una actitud, una forma de vida creada por un pueblo” (Rupie Edwards)

Boogie In My Bones
Formar parte del público en una sala de baile grande, como Forresters' Hall en North Street, mientras sonaba música en el sound system, era seguramente la mejor sensación del mundo para cualquier chaval jamaicano. Pero si además tenías aspiraciones de hacer música, era mágico. Era... grandioso.
Derrick Harriott es ahora un exitoso empresario musical, con una tienda de discos familiar en la zona de Constant Spring en Kingston y un negocio internacional de reediciones en CD especializado en sus propias grabaciones y producciones de reggae y rocksteady. Pero durante dos décadas, desde finales de los cincuenta, fue uno de los artistas jamaicanos de éxito más duradero, uno de los pocos que pasó por el R&B, el ska, el rocksteady, el reggae y el dub produciendo hits internacionales para sí mismo y para otros con absoluta convicción. Aunque a este elegante cincuentón no hace falta que le insistas mucho para que se suba a un escenario a mover al público; para que te haga caso de verdad lo mejor es preguntarle por sus años de adolescente en el centro de Kingston. Le brota una sonrisa y se le empañan los ojos. (Sigue leyendo)

Bass Culture: las ediciones en otros idiomas

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Para que no se diga que nos lo hemos inventado, reproducimos a continuación las portadas de las cuatro traducciones que hay (que sepamos) de Bass Culture: La historia del reggae, de Lloyd Bradley, que acabamos de publicar en castellano. Además, incluimos la cubierta de la versión original publicada en Reino Unido por Penguin y una de las ediciones en Estados Unidos, y os contamos de paso algunas cosas interesantes que hemos descubierto en el proceso.


Versión británica (Penguin, 2000), diseño firmado por Intro y fotografía de Adrian Boot (un sound system en Jamaica). El título completo original es "Bass Culture: cuando reinaba el reggae".

Versión de EEUU (Grove Press, 2001). La foto superior es de Adrian Boot, desconocemos quién hizo la de abajo. El título cambia ("Esto es música reggae - La historia de la música jamaicana"), de hecho hemos tomado la segunda parte, adaptándola, para nuestra edición: "Bass Culture: La historia del reggae", pero nosotros decidimos mantener Bass Culture (un tema de Linton Kwesi Johnson) por motivos que comentaremos más adelante.
 


Versión italiana (2008, traducción de Giancarlo Carlotti). Cambiamos de aires, aquí tenemos a un afrocaribeño en Londres (foto de Mihlawhdh Faristzaddi), delante del típico autobús rojo de dos pisos, en el que se alcanza a leer que pasa por Brixton y Camberwell, dos de los barrios tradicionales de la comunidad jamaicana en la capital británica. El título mantiene "Bass Culture" y añade "La música de Jamaica: ska, rocksteady, roots reggae, dub y dancehall". Editorial: Shake Edizioni, quienes como veréis en su web comparten con nosotros muchos intereses aparte del reggae (contracultura, punk, jazz, pensamiento crítico....) e incluso autores (Abbie Hoffman, Bifo y Hunter Thompson, que prologa La revuelta del Pueblo Cucaracha, de Óscar Zeta Acosta).



Versión francesa. Más austera, pero debemos decir que de las que hemos visto (la inglesa, la italiana y la francesa) por dentro es quizá la más cuidada, en un formato grande, con mucha ilustraciones de portadas (algunas de las cuales nosotros también hemos metido) y de contra una foto buenísima del gran Mikey Dread. La traducción la hizo Manuel Rabasse y la edición (de 2005, reedición en 2011) corrió a cargo de Editions Allia, con quienes también compartimos intereses: pensamiento crítico, jazz, trascendentalistas, dadá, situacionistas, punk... y por lo menos un autor: Raoul Hausmann.



Versión en alemán (Hanibal, 2003 y 2006), con diseño idéntico al de la edición británica. Mantienen "Bass Culture" pero modifican la segunda parte: "La marcha triunfal del reggae" (según nos dice un traductor online). Por lo que vemos en su web, Hanibal es una editorial dedicada principalmente a la música. No hemos encontrado el dato de quién es el traductor o traductora del libro.





Versión japonesa. Mantienen "Bass Culture" y añaden debajo algo que no entendemos (¿alguien que nos pueda traducir?). Mantienen la foto de la edición inglesa y abajo a la derecha meten la otra foto de Adrian Boot que utiliza la versión estadounidense. Publicado por Shinko en 2008, con traducción de Mizuho Takahashi. No hemos encontrado la web de Shinko, pero dudo que sirviera para mucho dado nuestro nulo conocimiento del japonés...


 A nosotros nos gustan todas las portadas, pero hemos de decir que la japonesa tiene un punto exótico incomparable. En fin, ¿para cuándo las ediciones en portugués, ruso, turco y árabe?
No creemos que tarden.

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Ghetto Defendant, de los Clash: canción Acuarela

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Hace no mucho, reescuchando a The Clash, hemos descubierto una canción, Ghetto Defendant, que recoge tres mundos que nos interesan mucho en Acuarela: el punk, la contracultura estadounidense y la música jamaicana.




Por un lado tenemos a los Clash, uno de los grupos más importantes de la primera ola punk británica. Además, acompañando a Joe Strummer encontramos la voz de Allen Ginsberg, el poeta beat que se unió con gran alegría a los yippies, los activistas de los sesenta de los que hemos publicado Yippie! Una pasada de revolución, de Abbie Hoffman. Y en tercer lugar tenemos el tono general de la canción y, sobre todo, el bajo de Paul Simonon, que le deben mucho al reggae y en concreto al dub, un subgénero del reggae.


Buscando una traducción buena de la letra al español, que no hemos encontrado, hemos descubierto un miniensayo buenísimo de James Peacock específicamente sobre Ghetto Defendant (compuesta y grabada en 1981, publicada en 1982). Si encontramos un momento lo traducimos (aunque si alguien se anima...), pero entretanto os damos algunas pinceladas del texto. Ah, y tenéis la letra en inglés al final del ensayo de Peacock, antes de la bibliografía.

- A Joe Strummer le gustaba verse como heredero de los beat y su imagen y estilo debían mucho a Kerouac. En el 1997 participaría en un álbum homenaje a Kerouac llamado Kicks Joy Darkness.

- Pese a que los Clash habían cantado aquello de "Hartos de los EEUU"en su primer disco, Strummer desarrollaría una fascinación con Norteamérica y sobre todo con los cantantes protesta del siglo XX, hasta el punto de que insistía que se le llamara "Woody" en homenaje a Woody Guthrie, quien a su vez fue una influencia importante en los beatniks.

- El 10 de junio de 1981, Ginsberg se unió en directo a los Clash en Nueva York durante el tema Capitol Air, un tema que Ginsberg describió como "un poema con cambios de acorde". Aquí está la grabación.

- Poco después Ginsberg se unió a los Clash en estudio para colaborar en Ghetto Defendant

- La letra de Ghetto Defendant es un "amargo retrato de un liderazgo equivocado y funesto e instituciones corruptas; y con su insistencia en llamar la atención sobre los efectos locales de las fuerzas económicas y políticas globales, la canción puede considerarse como un pariente cercano de (...) Washington Bullets [un tema del álbum Sandinista]".

- La oscuridad de los versos de Ginsberg los empapa de una sensibilidad muy al estilo poético de Rimbaud, que de hecho es mencionado en la canción.

- Si en la parte de las letras el enfoque trasnacional es evidente por la descripción de los efectos de las políticas del eje Reagan-Thatcher en Latinoamérica (y más allá), en el aspecto musical este elemento internacional viene sobre todo de la línea de bajo de dub reggae de Paul Simonon. El bajo, como es habitual en el dub, le da al tema un aire sobrecogedor."Al tomar su inspiración de Kingston, Jamaica, el bajo complementa el contenido de la letra recordando al oyente que el problema de drogas en Nueva York no puede separarse de las complejas relaciones políticas y económicas de Estados Unidos con sus vecinos internacionales, sobre todo en los países del Caribe y Latinoamérica. Jamaica, por ejemplo, es un fuente primaria de la marihuana que entra en EEUU, así como un punto fundamental de tránsito de la exportación de cocaína desde Sudamérica y el origen de numerosas bandas de narcotraficantes (posses) en Estados Unidos".

- Otro elemento musical jamaicano se encuentra en la armónica de Mick Jones, que recuerda a "álbumes de reggae de los setenta y principios de los ochenta como Torch of Freedom de Keith Hudson (1975), Progress de Big Youth (1979), Sinsemilla de Black Uhuru y Rastaman in Exile de Ras Midas (1980). Estos discos no solo fueron una importante influencia en la música de los Clash sino también en las portadas de singles como Complete Control(1977) y álbumes como Black Market Clash(1980)". Un ejemplo muy bueno de este uso jamaicano de la armónica para darle un toque blues al roots reggae es Like I'm Dying de Keith Hudson.


Esta portada de los Clash utiliza una foto de las revueltas de Notting Hill (Londres) en 1976. En primer plano, el anglojamaicano Don Letts, que introdujo a los punks al reggae pinchando música entre los conciertos punk en el Roxy.
- "El objetivo de los Clash desde que grabaron Police and Thieves[versión de una canción de igual título cantada por Junior Murvin y producida por Lee Scratch Perry] era adoptar el reggae, 'ponerlo en el autobús 31 y hacer que llegue hasta Camden Town' [palabras de los Clash]".

- "Se puede argumentar que la experimentación de los Clash con el reggae no fue solo un intento de aportar su 'propia música a la fiesta' (Strummer), sino también una forma de trastocar el rígido vínculo entre ese género musical y las políticas de identidad negra con las que se asociaba tradicionalmente. Era, en cierto sentido, una forma de recontextualizar, trasnacionalizar o globalizar el reggae con el fin de iniciar un diálogo entre la clase obrera blanca y los inmigrantes negros".

Sesión Bass Culture en Estado Mental: sube los bajos

Alianzas jamaicanas

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Uno de los grandes de Jamaica: Prince Buster, a la izquierda, con gorra. (Melodisc Records)
Estamos encantados con el feedback que estamos teniendo estos días de nuestro nuevo libro, Bass Culture: la historia del reggae, de Lloyd Bradley. Nuestro objetivo al publicar libros es compartir las cosas que nos gustan y la mejor recompensa es ver que al otro lado hay gente que aprecia lo que hacemos y también quiere compartir.

En los próximos meses vamos a embarcarnos en una conversación sobre la música jamaicana con muchos contenidos (vídeos, películas, imágenes, textos, etc.), creando alianzas con muchas de esas conexiones reggae que hemos tenido la suerte de conocer antes y después de la publicación.

Y todo esto viene a cuento de que hemos pensado que para empezar a hablar de las maravillas que se pueden descubrir en el reggae nos viene fenomenal como aperitivo un comentario sobre el mundo de los sound systems jamaicanos de Dreadful Danitomas, quien ha tenido la genial idea de lanzar una editorial dedicada exclusivamente ¡¡¡al mundo de la música jamaicana!!! Se llama Black Star (este es el enlace a la tienda) y ha empezado con un libro que estamos leyendo para comentar más al respecto en el blog:La leyenda de Sugar Minott y Youth Promotion, de Beth Lesser. ¡Mucha suerte, Dani, fantástica coincidencia en el tiempo!

El comentario, que nos hizo Dani en un mail privado y nos tomamos la libertad de reproducir porque resume algunas de las ideas que nos fascinan de Jamaica y su música (más adelante tocaremos estos temas más a fondo), es el siguiente: 

Me flipa pensar que mientras en España en las fiestas se bailaba Manolo Escobar, en los guetos de Kingston estaban alucinando con sound systems, dj's rapeando sobre el black power, por encima de ritmos dubs super densos y oscuros. Ser universitario de clase media y rasta quizá no tenga mucho sentido, pero en el Kingston de los 70 y 80 suponía desafiar con fiereza un sistema corrupto y violento que servía a intereses externos a la isla.

Os dejamos con un temazo de Sugar Minott sobre la sagrada hierba. Pronto más.

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